El Pan de Cada Día

La Santísima Trinidad

Ciclo C

LA SANTISIMA TRINIDAD

Pv 8,22-31
Sal 8,4-9
Rm 5,1-5
Jn 16,12-15

"Cuando venga el Espíritu de la Verdad, os guiará hasta la verdad
plena"


1º DIA

La Sabiduría de Dios es Dios-Sabiduría, que tomándose a sí mismo
como referencia, quiso, por amor, crear al hombre; y, antes de ser
creados, éramos ya sus delicias. Por lo tanto para poder captar algo
del misterio de Dios hay que empezar por saber que Dios es Amor . Pero
como decía K. Ranher: "De Dios sólo conocemos aquello que
experimentamos de él". Por tanto, el que ama se parece más a Dios y
puede entender a Dios. Es en la vivencia y convivencia con nuestro Dios
Trinidad, y en el diálogo amoroso y contemplativo con nuestra Familia,
como podremos ir entrando en el abismo insondable de Dios.
Dame, Señor, un espíritu contemplativo para penetrar más íntimamente
en tu corazón, saborearte, hacerme uno contigo. Así seré una pequeña
luz en un mundo de oscuridad, que por no "tocarte" con la razón, no
cree; sin embargo, ¡qué admirable es tu nombre en toda la tierra!,
pero más admirable es tu inmensa misericordia, tu ternura, tu
paciencia. ¡Qué respeto tienes por nuestra libertad, que no te
impones! Respetas nuestro lento caminar, nuestras dudas, nuestras
huidas. Tu pedagogía es la propia del amor: la seducción , y tu
método es la paciencia, la cual es nuestra salvación, porque ¡cuánta
paciencia precisas hasta ver que nos dejarnos querer, abrazar y besar
por ti!

2º DIA

Cómo podría ser Dios si no fuera Trinidad? Imposible, porque no
podría amar en su soledad. Así el hombre no hubiera sido creado por
amor gratuito, sino por necesidad. Hubiera sido un dios incompleto, un
dios necesitado de nosotros para poder ser amor. El Dios de los
cristianos es Trinidad, donde se da en sí mismo todo el movimiento de
amor entre las tres divinas personas.
Gracias, Trinidad Santa, porque no podría creer en otro Dios que no
fuera Amor. Me invitas a ahondar en tu misterio para conocerme a mí
mismo, criatura hecha según tu Sabiduría. Sé que eres comunión. La
comunión enlaza, entrelaza, une. Gracias porque voy entendiendo un poco
el por qué llamas a mi puerta y quieres cenar conmigo . Quieres
habitar en cada corazón, entiendo tu entrega, tu llamada.
El hombre hecho para la comunión y el amor, necesita del "otro"
para desarrollarse y crecer en su propia identidad. Si no tengo al
"otro" no puedo amar, ya que me amaría a mí mismo y eso está muy
lejos del verdadero amor que es salir de sí mismo para darse a los
demás.
Gracias por el hermano que en cada momento sale a mi paso, y es para mí
una oportunidad para hacerme más parecido a ti. Todos somos para ti tus
delicias, ¿pero lo son para nosotros? ¡Cuánto camino por andar!
¡Cuánto trabajo tiene el Espíritu Santo derramando amor sobre
nuestros corazones para ser reflejo del genuino rostro de Dios!

3º DIA

"En el nombre del Padre".
Si la Trinidad es comunión, ese espíritu será el que se refleje en su
relación con nosotros, los hombres. Dios es Padre. Los hijos empiezan a
entender a sus padres cuando ellos son a su vez padres. Y si nosotros
siendo malos, sabemos dar cosas buenas a nuestros hijos ¡Cuánto más
nuestro Padre del Cielo! (Lc 11,13).
Gracias, Papá, por tu amor, ¡cuánta confianza me da saberme
protegido, amado por ti, fuente de todo amor! Como un padre que genera y
da identidad al hijo, así te experimento yo, Papá. Yo no soy yo, sino
que yo soy hijo de Dios. Esta es mi identidad. Esta vinculación tan
estrecha me invita a dialogar contigo en ese diálogo íntimo y
paterno-filial, porque conociendo tu amor, necesito, no sólo estar a tu
lado dándote gracias, sino que me vayas indicando el camino que me haga
más parecido a ti. Necesito, como Jesús, conocer tu voluntad, porque
ésta será lo mejor para mí, aunque no lo entienda muchas veces, e
incluso me cueste aplicarme en ello. Padre, yo me pongo en tus manos,
haz de mí lo que quieras, sea lo que sea, yo te doy gracias Padre
(Ch.de Foucauld).
¡Qué descanso saberse en todo momento en la mente de Dios, saber que
estamos tatuados en las palmas de sus manos ! Muchas veces llamamos la
atención de Dios, como esos niños que, carentes de afectividad,
reclaman atención.

4º DIA

"Y del Hijo".
Tú eres mi Hermano mayor que me ha salvado. Tú, el Esposo que se ha
unido a mí con un amor esponsal. Tú eres el Amigo que me acompaña, y
me invitas a seguirte. Tú eres todo. Tú eres mi identidad.
El Hijo es el Dios con nosotros, el que se acerca a nuestra humanidad y
se encarna en nuestras vidas. Él es quien nos regala su divinidad, nos
redime del pecado, nos libera y nos salva, Se pone delante y nos dice:
"Sígueme". El es el camino que nos lleva a la casa del Padre. Los
que nos creíamos desterrados, hemos sido rescatados y llevados a
nuestro hogar. Un hogar que nos pertenece por derecho propio, es el
hogar de la Trinidad, esa Trinidad abierta para todos sus hijos.
El Hijo, siendo Dios, se ha hecho hombre para enseñarnos a ser dioses.
Con su vida nos ha enseñado lo que es ser humano, porque el hombre es
más humano cuanto más divino es.
Gracias, Señor, por haber asumido nuestra pobre humanidad y valorarla
tanto que nos haces discípulos tuyos y nos confías tu misma misión.
Somos hijos de Dios, llamados a ser sacramento de la Trinidad en
nosotros. No cabe mayor prueba de amor y estima, distinción y honor por
parte de Dios para el hombre que esta llamada a ser su sacramento. Ser
encarnación actualizada de la Trinidad en el mundo de hoy, en nuestras
familias y ambientes donde vivimos.

5º DIA

"Y del Espíritu Santo."
Si el Hijo es el Dios con nosotros, El Espíritu Santo es el Dios en
nosotros. ¿Cabe más cercanía, más intimidad, más unión, más ser
"uno" con Dios? El Espíritu Santo, recibido en el Bautismo, nos
consagra, nos hace hombres sagrados, justos, santos. Tenemos madera de
santos, estamos llamados a ser lo que somos; pero ¿expresamos todo esto
de verdad?
Paradójicamente, esta tercera persona de la Trinidad es la menos
tratada con la intimidad que se merece. Nuestra condición humana, que
se desarrolla en las coordenadas del espacio y del tiempo, nos dificulta
imaginar todo lo espiritual.
Sin embargo, es nuestro huésped del alma, es el soplo vivificante de
Dios, que nos alienta, nos diviniza. Es la savia divina que nos hace
pensar, sentir y vivir como Dios. El Espíritu Santo nos conduce con
paciencia al conocimiento de Dios. Él es el que nos conduce a la
Verdad, porque por nosotros mismos sería imposible. El es la luz y el
consuelo, la fortaleza que necesitamos los hombres para vivir la
comunión y seguir a Cristo.
Gracias, Espíritu Santo, por estar pendiente de nuestros corazones,
esperando a que los abramos y poder derramar en ellos todo tu Amor.
Gracias por enseñarnos a orar, porque sin ti no podemos decir ni que
Jesús es el Señor, ni decir a Dios: ¡Abbá! (Papá).

6º DIA

Tú eres reflejo de la luz de la Trinidad cuando vives en comunión con
los demás. Tú tienes algo de Dios-Amor cuando estás abierto a los
demás que reclaman tu cercanía. Tú eres algo de Dios-Vida cuando te
gastas y desgastas por dar vida. Tú eres algo de Dios-Esperanza cuando
tu vida y tu palabra abren horizontes de esperanza a aquellos que viven
en tinieblas y buscan el sentido en sus vidas. Tú eres Dios Comunión
cuando creas fraternidad, cuando forjas familia, cuando pones diálogo
donde hay silencio y abrazos donde hay enemistad. El cristiano está
llamado a ser sacramento de la Trinidad.
María, hija del Padre, madre del Hijo y esposa del Espíritu Santo, es
la que mejor nos puede adentrar en el corazón de la Trinidad. El
ejemplo de María nos invita a la humildad en nuestras actitudes, a la
sencillez en nuestro modo de vivir y de obrar. Esto no es otra cosa que
vivir en coherencia con nuestra fe que nos impulsa a fiarnos de Dios,
estando dispuestos a hacer su voluntad. Ésta la conoceremos en un
diálogo amoroso, abierto, íntimo y familiar, en un "tú a tú" con
cada una de las tres Divinas Personas.
María, tú ya nos conoces, y sabes que aunque entrados en años, somos
muy infantiles en la fe. Se nos tambalea cuando nos llegan las
contrariedades en la vida. Enséñanos a vivir todas las dificultades
desde la fe para que ésta crezca y nuestras vidas puedan ser sacramento
del amor de la Trinidad.

7º DIA

Como a Dios nadie le gana en amor y preocupación por los hombres, nos
lega el misterio de comunión de la Eucaristía en la que "todos los
fieles que participan, al tener acceso a Dios Padre por medio de su
Hijo, el Verbo encarnado, que padeció y fue glorificado en la efusión
del Espíritu Santo, consiguen la comunión con la Trinidad" (UR 15).
Entramos en comunión sacramental con la Trinidad, para participar de su
intimidad, y prolongar su modo de vida en nuestra existencia diaria,
impulsados y animados por su fuerza divina. Y lo primero que nos
presenta es nuestra familia terrena como campo de actuación. La familia
cristiana, como "Iglesia doméstica", "su misión debe ponerse al
servicio de la edificación de la Iglesia y de la construcción del
Reino de Dios en la historia" (FC 71). De la misión de la Iglesia
universal participa la familia, la cual, como célula de la sociedad,
tiene una gran trascendencia. "El futuro del mundo y de la Iglesia
pasa a través de la familia" (FC 75). Jesús descubrió su vocación
en la familia a una temprana edad . ¿La hemos descubierto nosotros?
Como la Familia de Nazaret, reflejo de la Familia Trinitaria, pongamos
el Amor en el centro de nuestro hogar, y hará de él un hogar sin
fronteras