El Pan de Cada Día

Pentecostés

PENTECOSTÉS

Hch 2,1-11
Sal. 103,1.24.29-31.34
1Co 12,3-7.12-13
Jn 20.19-23


"Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo"



1º DIA

La promesa de Jesús, de enviar el Espíritu Santo, no sólo se cumple,
sino que como todas sus promesas, nos desbordan y nos dejan atónitos,
superando nuestra imaginación. No es el suave aleteo de las alas de una
paloma lo que se oye, sino el ruido de un terremoto o vendaval. Es el
terremoto de Dios que desarraiga toda pasividad y comodidad. Es el
vendaval que arrastra toda la materia muerta, todas las hojas muertas
con las que nos vestimos. Es un viento recio que derriba murallas de
relación y entendimiento. Es, en definitiva, el aliento de Dios que
besa a la humanidad. Es el choque del cielo con la tierra, fundiéndose
en un abrazo. Ante la venida del Espíritu Santo ¿Cómo nos vamos a
quedar impasibles?
El aliento es el signo vital. Desde que Dios exhaló su aliento sobre
sus discípulos, éstos fueron impulsados a hablar todo aquello que
conocían y habían vivido, se les desató la lengua.
¿No sientes la necesidad de dar a conocer a los demás tu experiencia
de Dios? Habla con la "lengua" del amor que todo el mundo te
entenderá. Si no tienes nada que decir, ¡Qué vacío deja la falta del
aliento de Dios! Abre las ventanas de tu corazón al aliento de Dios.
Mira el vacío del hombre si tú le faltas por dentro;
mira el poder del pecado cuando no envías tu aliento.

2º DIA

Sin el Espíritu, ¿Qué diálogo tendríamos con Dios, si es
precisamente el que nos introduce en esa relación paterno-filial con
él? . Todo sería artificial: la oración se convertiría en un
monólogo frío y triste, la liturgia, en unos ritos vacíos, carentes
de sentido y nuestras vidas, en un desierto.
Pero con tu Espíritu, Señor, unido a mi débil y quebradizo espíritu,
puedo llamar a Dios: "¡Papá!" sin cansarme y sin cansarte, y puedo
mirar al hermano y poder decir Padrenuestro. Tú te haces presente en la
liturgia, tú me llevas a la comunión donde sólo se habla el idioma
del amor. Contigo la casa se convierte en hogar donde el amor y la
fraternidad lo llenan todo.
¡Qué difícil es la convivencia cuando no está presente el Espíritu
de Dios! La casa se convierte en una pensión, el amor no es otra cosa
que el manejo del otro, el Babel doméstico es inaguantable y todos a
mirar la televisión, entronizada en el mejor lugar.
Sopla, con tu viento huracanado, Espíritu Santo, esa materia muerta que
tenemos encima. Que tu viento nos levante de nuestras poltronas en las
que vamos perdiendo la vida.
El Espíritu viene como un viento huracanado, como un fuego ardiente,
prendido en nuestras entrañas impulsando a proclamar las grandezas de
Dios ante el mundo, rompiendo fronteras para la salvación universal. Si
sientes un impulso vital que te empuja a levantarte, no te resistas.

3º DIA

El Espíritu Santo es la fuerza de Dios. ¿No tienes fuerza para
levantarte? Pídela, que él está deseando dártela, pero respetando
más tu libertad. ¿Cómo no va a dar un padre la mano a su hijo, cuando
éste está inerte y pide fuerzas para levantarse?
No te escandalices de tu debilidad, ya que nuestro Padre la conoce. Ya
lo decía Jesús: "Sin mí no podéis hacer nada". En nosotros está
el querer seguir a Cristo, pero nos cansamos. Queremos hacer el bien y
nos sale el mal; queremos tener un diálogo entrañable con Dios, y sin
embargo salimos secos muchas veces; queremos ser testigos y puede más
"el qué dirán" de los demás. Nos acobardamos cuando tenemos que
confesar nuestra fe.
Sentirnos frágiles vasijas de barro nos hace pedir humildemente la
fuerza de tu Espíritu.
Gracias, Señor, por ser tú mi Alfarero, que con las manos de tu
Espíritu me acaricias mientras quieres moldearme a tu imagen y
semejanza. Dame la docilidad de la arcilla fresca para dejarme moldear a
tu gusto. No te importe arrancar toda aquella arena dura que araña mi
ser y deforma tu sueño sobre mí.
Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo,
lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero.
Déjate impulsar por el soplo de Dios, desplegando la vela de tu
voluntad, y te verás navegando con todo el gozo en medio del mar de las
dificultades y contrariedades de la vida.

4º DIA

Pentecostés es el broche de oro de todas las Pascuas. Si la
Encarnación es el Dios con nosotros (Enmanuel), Pentecostés es el Dios
en nosotros; si la Resurrección es la apertura del cielo que estaba
cerrado al hombre, Pentecostés es la luz que nos ilumina el camino y la
fuerza que necesita el hombre para recorrerlo y llegar al cielo.
Podemos constatar que todavía existe el Babel de la falta de
entendimiento en nuestro mundo. Empleamos más las palabras del
egoísmo, como yo, mío, para mí, y si las palabras no son lo
suficientemente elocuentes, empleamos el puño, la piedra, las uñas....
El Espíritu Santo, que habla la lengua del Amor nos enseña a decir:
tú, tuyo, para ti... Y a hablar en plural: nosotros, comunidad, y a
manifestar palabras de relación: diálogo, perdón, entrega, y a
exponer los signos que lo expresan: sonrisa, abrir las manos, abrazar,
besar. Todo ello va en el saludo que el Señor nos da en cada
encuentro: Paz a vosotros.
Los apóstoles se hicieron fuertes en el Espíritu, maduros en el amor
de entrega, hasta llegar a la entrega total. Estuvieron siempre
confiados en la misma convicción de María, de que nada hay imposible
para Dios .
Haznos a nosotros, Señor, instrumentos de comunión en nuestros
hogares, ambientes y en cualquier relación, para manifestar que tu
Espíritu nos llena, nos colma y nos lanza a ser tus testigos.

5º DIA

Sentimos en lo más íntimo el deseo de transformación de nuestro mundo
roto y dividido por la ausencia del amor. Y esto sólo puede realizarse
a través de personas impulsadas y enardecidas por el fuego del
Espíritu divino que les impulsa a darse a los demás. Pero lo difícil
es la perseverancia.
Jesús, que nos conoce muy bien, sabe que necesitamos el sustento de su
Vida-Amor, el aliento del perdón, el fuego de su Espíritu que haga
arder nuestro corazón para no sucumbir a la tentación de abandonar el
camino emprendido.
El Espíritu Santo nos convierte en apóstoles. Un auténtico apóstol
es el hombre insatisfecho, deseoso de ver renovada la faz de la tierra.
Es el que tiene la certeza de que ha llegado la hora en que el Espíritu
rompa el techo de la tierra para purificar, renovar, encender y alegrar
las entrañas del mundo. Y por eso su oración es la incansable
petición, en la espera de recibir de Dios, su gran promesa .
Pedro empujado por ese Espíritu dio el salto abismal de una negación
de Jesús ante una criada , a proclamar sin miedo la verdad del
Evangelio ante los jefes y ancianos de Israel . También a nosotros nos
puede más, muchas veces, los miedos y los respetos humanos para
confesar nuestra fe en ciertos ambientes, como Pedro, pero el Espíritu
sigue creyendo en nosotros y nos lanza porque él es el que da la
fuerza. Ven Espíritu, ven.

6º DIA

Tú, María, quedaste llena del Espíritu cuando te anunciaron el
nacimiento de Jesús, y aprendiste entonces a dejarte guiar por él.
Recibir el Espíritu te llevó a irradiarte en una maternidad fecunda
por generaciones sin fin, propagando las maravillas de Dios de las que
tú habías sido, tantas veces y en tal profundidad, testigo vivencial.
En Pentecostés aprendiste a dejarte llenar por ese mismo Espíritu y
desde él, hablar, actuar, vivir. Asimismo te llevó a compartir esta
experiencia con todos los apóstoles y, junto con ellos, iniciar el
dinamismo expansivo- misionero que provocaría esta misma experiencia en
la multitud de discípulos que siguieron a Jesús.
Pentecostés fue abrir la puerta de una nueva época, la época del
Espíritu Santo en que todos los que reciben la Palabra de Dios, se
abren a la fe y se disponen a vivir según su Palabra quedan
constituidos en familia tuya, en hijos a los que te dispones a llevarlos
hasta la plenitud de la fe, de la entrega, hasta dar la vida para
contagiar el fuego del Espíritu.
Con la ayuda del Espíritu Santo y María trataremos de rescatar,
restaurar y llevarle hasta la perfección del Padre y plenitud de
Cristo, a cada uno de nuestros hermanos que andan buscando su propia
identidad.
Mamá, aquí tienes a tus hijos, enséñanos a responder, como tú, a
los planes de Dios: rescatar a todos tus hijos dispersos.

7º DIA

La celebración eucarística es un misterio de comunión con el
Espíritu Santo. Así empezamos: "El amor del Padre, la gracia de
nuestro Señor Jesucristo y la comunión del Espíritu Santo" (2Co
13,13). El Espíritu Santo es el "alma de la Iglesia" (San
Agustín). Sin él, como decía el ortodoxo Hazim, "la Iglesia es pura
organización;... el culto, mero recuerdo" Con el Espíritu Santo, la
celebración eucarística se convierte en memorial (no recuerdo), Y
actualización de aquél y único sacrificio de Cristo por nosotros. No
es una repetición de aquella entrega en Getsemaní, sino que se hace
presente esa misma entrega.
¿Cómo puedo comulgar el cuerpo de Cristo y no comulgar con el hermano
que es parte de ese mismo cuerpo?, ¿cómo no se me hace un nudo en la
garganta cuando pretendo "tragarte" cuando hay alguien que tiene
algo contra mí? .
La más elemental coherencia, Señor, me implica "hacer Iglesia",
estando continuamente en actitud de reconciliación con los hermanos,
potenciar la convivencia fraternal y estar dispuesto a completar con mi
entrega lo que otros no hacen .
¡Cómo te necesito, Espíritu Santo!, para hacer de mí una digna
morada tuya y te pueda decir con todo el amor de que soy capaz:
Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego...